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Mensaje por Katrina Dreyar Dom Abr 20, 2014 8:03 am

Aviso: Esta historia esta basada en el anime a partir de los grandes juegos mágicos, por lo que puede hacer spoiler a aquellas personas que no hayan llegado aún a ese punto. En ella introduzco a varios personajes de mi propia invención, por lo que la historia varía levemente, iré escribiendola conforme el anime vaya avanzando. Gracias por leer mi historia.
Besos

Capítulo 1
Cayó de rodillas sobre el suelo frío. Llevaba los brazos descubiertos llenos de marcas debido a los latigazos, realizados con el pelo de Flare, que acababa de sufrir. Esta se rió con esa risa chirriante que la caracterizaba.
- ¿Qué pasa? ¿La niñita de papá ya no puede más?- Le espetó y volvió a reírse, parecía que estuviese fuera de sí.
- Aún tengo fuerzas para un último movimiento.- Diciendo esto golpeó el suelo con la palma de la mano y comenzaron a salir en él pequeñas raíces que fueron aumentando de tamaño y se dirigieron velozmente hacía la pelirroja.
Las raíces agarraron a la chica por los tobillos y la hicieron caer. Entonces otras la sujetaron de las muñecas. Una vez estuvo sujeta comenzaron a estirarse provocando que saliesen de ella gritos de dolor.
- ¡Basta!- Gritó una voz ronca.- ¡Ya es suficiente!
Las raíces soltaron instantáneamente las extremidades de la joven. La pelirroja se encogió de dolor en el suelo. Su atacante simplemente se retiró de la sala con su pelo rubio ondeando tras de sí.
Estaba harta de los entrenamientos, se había pasado así toda la vida. Además de rodeada de gente por la que solo conseguía sentir desprecio. Pero en tres meses eso cambiaría, en tres meses serían los Juegos Mágicos y por fin volvería a verles.
***
Desde el balcón se veía toda la ciudad. A lo lejos se podía apreciar el castillo del rey. Al mirar hacia la calle vio a un gremio que acababa de llegar buscando la posada que les había sido asignada. Observó cómo entre ellos reían, cantaban, había un sentimiento de familia. Se miró las muñequeras metálicas que llevaba y suspiró. Ya le gustaría a ella poder estar en un gremio así, un gremio en el que estuviese por propia voluntad, por qué de verdad quisiese estar en él. Pero se recordó a sí misma que no podía, solo en Raven Tail podía evitar hacer daño a los que quería.
- ¿Qué miras Zemlya?- Le preguntó Flare a sus espaldas.
- No me llamo Zemlya…
- En estos juegos sí, el maestro no puede arriesgarse a que se descubra quién eres.
- ¿Qué más da? Si igualmente no voy a ir a ningún otro sitio. ¿Por qué llevo estas muñequeras si no puedo escaparme? ¿Por qué trata de ocultarme si solo puedo estar aquí?- Sus preguntas quedaron sin respuesta ya que llamaron a la puerta.
La pelirroja corrió a abrir. En el umbral estaba esperando el maestro. Un hombre alto y fornido, de pelo negro como el carbón y piel bronceada. La barba hacía que su mirada pareciese aún más cruel.
- Flare, ahora tenéis permiso para salir a visitar la ciudad, pero debéis regresar antes de la media noche. ¿Queda claro?- Flare se inclinó ante él y salió rápidamente esquivando a su adorado maestro.
- ¿Podemos visitar la ciudad?
- Sí… Pero yo de ti no lo haría, ya sabes lo que puede pasar… No me gustaría que le hicieses daño a nadie.- Los ojos de ella se llenaron de lágrimas al recordar aquel fatídico día.
- Pero ya se controlarme…- Dijo con la voz entrecortada.
- Pero no debes arriesgarte Zemlya…- Se había acercado a ella para consolarla.
- No me llamo Zemlya…- Las lágrimas desaparecieron junto con la tristeza y fueron sustituidas por rabia.
- Aquí sí. Debes aprender a seguir órdenes…
- No voy a seguir tus órdenes nunca…
- Bien, como quieras. Ves y mata a gente inocente porque no eres capaz de controlarte. Pero luego no vengas llorando.- Tras decir esto salió cerrando de un portazo.
Ella simplemente lanzó un cojín con rabia. Odiaba tener que seguir sus órdenes, pero lo necesitaba. No podía volver a hacerles daño a sus seres queridos. Haría cualquier cosa por evitarlo. Pero los echaba tanto de menos…
- ¡Katrina abre!
Se giró sobresaltada. En la puerta de cristal que daba al balcón estaba apoyada una pequeña gatita de pelaje azul oscuro. Fue corriendo a abrirle la puerta y la dejo pasar dentro.
- ¿A qué esperas? Vámonos a visitar la ciudad. Prrr.- Se encaminó hacia la puerta.
- ¿Y si hago daño a alguien más?
- Controlas perfectamente tu poder. Prrr.- Ronroneó acercándose a ella y restregándose contra sus piernas. Ella le acarició las orejas pensativa.
- Está bien, pero sal por el balcón, ya sabes que no puede verte nadie. Me hago la trenza y voy.
- De acuerdo. Prrr.- Dicho esto salió al balcón y de su espalda surgieron dos alas blancas.- Te veo abajo. Prrr.- Se volvió invisible.
Ella se metió en el baño y se hizo una trenza, a pesar de que ya llevaba una coleta alta hecha. Cogió su bandolera de la silla y salió rápidamente a descubrir los recovecos de esa ciudad.
Las calles rebosaban de actividad. Había magos por todos lados. Su boca se curvó formando una amplia sonrisa. Se le contagiaba la alegría de toda esa gente.
- Se te ve feliz. Prrr. – Le dijo Beyler que volaba a su lado.
- Estoy feliz.- Dijo riendo.- ¡Vamos! Alejémonos de esta cárcel.- Dicho esto salió corriendo.
Paró de correr cuando se dio cuenta de que estaba en el lado opuesto de la ciudad. Se percató de que estaba perdida. Miró a todos lados buscando algún sitio en el que preguntar. Se fijó en una posada que había un poco más allá en la misma calle. Honeybone.
- Deberías haber cogido un mapa. Prrr. – Le dijo la gatita con tono dulce.
- Lo sé, gatita listilla, pero a ti tampoco se te ha ocurrido.- Respondió sacándole la lengua.
- Touche. Prrr. – Murmuró posándose en su cabeza.
Se dirigió a abrir la puerta de la posada, pero alguien desde dentro se le adelantó y chocaron. Ella cayó al suelo y su gata salió volando de su cabeza. La persona con la que había chocado maldijo por lo bajo.
- Perdón no te había visto, has salido de repente. – Dijo levantándose y retirándose el flequillo de la cara. Se quedó de piedra al descubrir quién era.- Laxus…
Él se quedó mirándola durante unos segundos. Ella pensó que la había reconocido. Él sacudió la cabeza como tratando de sacarse una idea de la cabeza.
- ¿Nos conocemos? – Dijo sacudiéndose el pelo con las puntas de los dedos.
- No… - Murmuró entristecida.
- ¿Y cómo sabes mi nombre? – Preguntó arqueando una ceja.
- Mmm… Todo el mundo conoce al gran Laxus de Fairy Tail.- Dijo tras dudar unos segundos.- ¿Te vas a apartar o te empujo?
Él se movió a un lado dejándola entrar tras dudar unos segundos. Antes de que se cerrase la puerta se quedó mirándola. Sin duda se parecía a ella, pero eso era imposible, ella murió hacia ya muchos años.
Katrina Dreyar
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Mago Novato

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